El rapto de una dama by Burton Hare

El rapto de una dama by Burton Hare

autor:Burton Hare
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Policial, Novela
publicado: 1966-12-31T23:00:00+00:00


CAPÍTULO VII

Eran las once de la noche cuando terminó de recorrer los hospitales. No había el menor rastro de Doria.

Sabiendo que realizaba un viaje inútil, se dirigió otra vez a casa de la muchacha, sólo para oír de labios de la sirvienta negra que su ama continuaba sin aparecer.

Paul comenzó a desesperarse. Apenas sin advertirlo se dirigió al cabaret de Henry Hogan. No sabía a dónde ir ni a quién acudir en aquellos momentos, y la idea de meter a la policía en el asunto, sin saber exactamente qué había sucedido, no le seducía.

Tampoco sabía qué esperaba que hiciera Hogan, pero la vieja amistad se impuso y, a solas en el despacho, le contó sus inquietudes y la pelea sostenida con David Rosenfeld.

Hogan hizo una mueca de disgusto.

—No dudo que ese individuo se había ganado un vapuleo, pero escogiste un mal momento. ¿Qué sospechas que haya sucedido en realidad, muchacho?

—No sé qué pensar. Pueden haberla raptado, ¿no crees? Ella no se hubiera marchado a ninguna parte sin avisar.

—Nunca sabe uno lo que hará una mujer ante una situación determinada. Pero si tú estás en lo cierto, ¿por qué supones que la han secuestrado?

—¿Cómo puedo saberlo? Tal vez exigirán un rescate. O de lo contrario…

—¿Sí?

Paul se estremeció.

—Pienso si no habrán decidido atacarme por ese 2ado al ver que fracasaban al tratar de eliminarme.

Hogan frunció el ceño.

—Raptándola a ella no te liquidan a ti, muchacho. Y esos tipos, sean quienes sean, quieren tu vida, no cabe duda. ¿Vas a dar cuenta a la policía?

—No lo sé. He estado hablando con Fred Scherman.

—¿Tu amigo polizonte? —Hogan rió sin alegría.

Paul le refirió lo sucedido con el teniente. Después, el propietario del cabaret masculló:

—El rapto es un delito federal, ¿has pensado en eso?

—Sí. Intervendría el FBI, pero si hacen investigaciones sobre mí no creo que se sientan muy satisfechos.

—Bueno, nunca has sido procesado. Trabajabas conmigo, organizaste el juego de los «números», pero eso se hace en todas partes. Créeme, Paul; acude a la policía, no me gusta nada el aspecto de todo esto.

—¿Tú crees?

Hogan se encogió de hombros, preocupado.

—Haré que todos los soplones de la ciudad intenten averiguar si alguien sabe algo de un rapto, pero ya sabes que ése es el delito que menos rastros deja entre los chivatos. No creo que obtengamos nada.

—De todos modos, inténtalo.

Henry salió del despacho. Paul encendió un cigarrillo y arrojó el paquete vacío a la papelera. Se dio cuenta de cuánto amaba a aquella mujer. Su mente era un caos de angustia incontenible.

Hogan regresó con expresión hosca.

—Lo intentarán —dijo—. Pero no debes fundar demasiadas esperanzas en esa pandilla. Los secuestradores son gente muy lista.

Paul se paseó de un lado a otro.

—¿Quién, condenación, quién? —estalló.

—Cálmate. Es indudable que alguien tiene mucho interés en matarte. No se me ocurre ninguna razón para que quieran hacerlo, puesto que si fuera una venganza por algo que hubieras hecho mientras trabajaste conmigo, lo lógico sería que los tiros fueran dirigidos a mi organización, no a ti personalmente… Si esos tipos son los que tienen a Doria darán señales de vida muy pronto.



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